Philip D. Jaffé – Profesor de la Universidad de Ginebra, miembro del Comité de los Derechos del Niño de la ONU
Philip D. Jaffé es profesor titular en la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra (UNIGE), así como director fundador de su Centro de Estudios sobre los Derechos del Niño (CIDE) (2008-2019) con sede en el campus de Valais de la UNIGE. Se formó como psicólogo clínico y forense en Friburgo y Ginebra (Suiza), y en Nueva York y Boston (EE. UU.).
En 2018 fue elegido miembro del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas por los Estados partes en Nueva York.
Durante muchos años, sus actividades académicas y profesionales se han centrado en los derechos del niño, la protección de la infancia, en particular en lo que respecta al abuso sexual, la participación de niños, niñas y jóvenes en el sistema legal civil y penal, y las medidas de privación de libertad. Formó parte del panel de expertos que redactó las Directrices del Consejo de Europa sobre justicia adaptada a los niños (2011). Participó en la fundación del Centro Suizo de Expertos en Derechos Humanos y fue miembro de su junta directiva, y codirector del grupo sobre políticas de infancia y juventud. Actualmente también trabaja como psicoterapeuta con licencia en ejercicio y puntualmente como perito judicial. También ha realizado consultorías clínicas y de capacitación para una amplia gama de organizaciones humanitarias, tanto gubernamentales como no gubernamentales.
Más allá de las misiones tradicionales de enseñar, investigar, “publicar o perecer” requeridas por una universidad líder, su visión de la vida académica es seguir expandiendo su labor en favor de la comunidad como practicante y educador de la ciencia.
En los últimos años, la participación de los niños en los procesos judiciales que les afectan ha aumentado considerablemente en muchos sistemas de justicia. En cuanto a esta participación, ¿qué medidas destacaría como las más imprescindibles que deberían ser adoptadas por todos los sistemas de justicia lo antes posible?
En realidad, no estoy tan seguro de que haya habido un aumento espectacular de la participación de los niños en los sistemas de justicia. Permítanme calificar esto especificando que me refiero a una participación significativa. Por un lado, es evidente que muchos sistemas de justicia pueden proporcionar cifras sobre una mayor participación de los niños, más estadísticas donde los niños aparecen en mayor número a lo largo de diferentes tipos de procedimientos. Además, se puede decir que la participación se ha convertido en mucho más que una palabra de moda y el principio se muestra en las estrategias supranacionales de derechos del niño, así como en los avances estructurales nacionales en leyes y políticas. Pero, por otro lado, ¿qué pasa con la participación significativa? ¿Se ha empoderado significativamente a los niños para acceder a los sistemas de justicia? ¿Y estos sistemas se han vuelto convincentemente adaptados a los niños (enfocados, centrados, sensibles)?
Entonces, ¿cuáles son los ingredientes que faltan para que los niños participen de manera significativa? Aunque hay muchos, elijo destacar dos. El primero tiene que ver con un impulso coordinado para capacitar a todos los actores judiciales para que comprendan los derechos (humanos) del niño en la teoría y en la práctica. Es una tarea difícil que requiere repensar los programas educativos y de formación para todos los profesionales, y reconfigurar el sistema para que sea más interdisciplinario, integrando, por ejemplo, la psicología y la ética del desarrollo avanzadas en los planes de estudio.
El segundo ingrediente central que haría que la participación sea significativa es permitir que los niños busquen recursos legales, no solo declarativos sino también por daños. En un contexto ideal, bajo el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a un Procedimiento de Comunicaciones los niños que residen en los Estados partes (sólo 47 hasta ahora han ratificado este protocolo) pueden presentar denuncias por violaciones de sus derechos directamente al Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU. Entre los posibles recursos, se puede pedir al Estado parte acusado que proporcione una indemnización económica. En un contexto más realista, otra idea sería que los profesionales, incluidos los jueces, que operan en el sistema de justicia sean considerados responsables si, durante un procedimiento, un niño es dañado de alguna manera. Actualmente más niños pueden participar en el sistema de justicia, pero en mi opinión recibiendo poco respeto a su dignidad y con el riesgo de estar en peor situación emocional que si no hubieran participado, ¡lo que nunca debería ocurrir!
¿En qué aspectos en particular espera, o desearía, que los sistemas de justicia más avanzados sigan aumentando la participación de los niños en los próximos años?
Podría recitar una lista larga y soporífera, así que permítanme ceñirme a un par de ejemplos. Es evidente que existe una gran necesidad, pero también un proceso en marcha, de poner a disposición de los propios titulares de derechos información sobre los derechos del niño. Muchos colegas eruditos en el ámbito han escrito sobre esto: la información sobre los derechos de uno es clave para ejercerlos. Para los sistemas de justicia es barato publicar folletos que explican información clave sobre justicia en un lenguaje adaptado a los niños que se encuentran en los procesos. No es el enfoque más significativo, pero al sistema judicial le hace una función y sirve, al igual que con los adultos, para respaldar el relato de ¡ignorantia legis neminem excusat! (la ignorancia no exime del cumplimiento de la ley).
También hay innovación que aprovecha lo que ofrece el mundo digital. Nuevas aplicaciones estimulantes que pueden generar información para niños en contacto y en conflicto con la ley de manera lúdica. Hablando de esto, también son buenos ejemplos los trabajadores sociales que utilizan juegos de mesa creativos como una forma de lograr una conexión con los jóvenes y alentar su participación, en casos de separación/divorcio. Estoy bastante seguro de que los sistemas de justicia más avanzados evolucionarán rápidamente hacia una participación más significativa. Incluso mi propio país, Suiza, que no se caracteriza por ser un audaz agitador experimental cuando se trata de evolucionar, está promoviendo la participación a través de un programa de pequeñas subvenciones para financiar proyectos prometedores. Espero que estas acciones acaben repercutiendo en una participación más significativa.
Usted es profesor en el Centro de Estudios sobre Derechos del Niño de la Universidad de Ginebra, cuya labor incluye la participación activa de los niños. ¿Cómo suele tener lugar esta participación?
Tenemos muchas investigaciones en curso que involucran a los niños de muchas formas diferentes. Uno de nuestros proyectos, mucho más creativo de lo que puedo llegar a transmitir, incorporó a niños como co-diseñadores de investigación. Para este proyecto, dirigido por mi colega, la profesora Zoe Moody, solicitamos una subvención sustancial con la que poder estudiar en profundidad un "tercer lugar", como es el camino de ida y vuelta entre la casa y la escuela. El plan del proyecto incluyó diseñar la metodología incorporando un grupo de niños co-investigadores que proporcionaron ideas sobre lo que el equipo debía buscar y cómo. Puede que no seamos el único grupo de investigación en poner en práctica este tipo de participación, pero lo cierto es que nuestro proyecto fue el primero con este tipo de metodología de investigación en recibir una subvención de la Swiss National Science Foundation. Y en otro proyecto actual bajo la dirección de mi colega, la profesora Michelle Cottier, estamos llevando a cabo una detallada observación sociológica y cuasi-etnográfica de cómo los niños participan en los juzgados especializados en protección.
Como psicólogo, ¿podría indicar una práctica concreta que considere un excelente ejemplo de integración de la intervención psicológica en el sistema de justicia para jóvenes en conflicto con la ley?
Sin ánimo de sonar grandilocuente, pienso que una vez que todo se asiente y echemos la vista atrás en el largo camino que lleva hacia la participación significativa de los niños en los sistemas de justicia, la psicología recibirá un merecido crédito por la introducción de técnicas y protocolos de entrevistas adaptados a los niños, que toman en cuenta la evolución de las capacidades de estos. El lenguaje, la cognición, las emociones y el comportamiento evolucionan en formas que la psicología del desarrollo y la neuropsicología han estudiado y formulado para su aplicación práctica por parte de los profesionales de la justicia. Entrevistar a niños que alegan abuso, niños como testigos, niños que son parte en procedimientos de separación y divorcio, niños en conflicto con la ley, requiere conocimientos y capacitación especializados. Y hasta cierto punto, estas técnicas han sido adoptadas en sistemas de justicia avanzados por profesionales de todo tipo en los sectores del orden público y de la justicia. Además, la psicología ha actuado como un tercer actor separador, inyectando interdisciplinariedad y alejamiento de la díada legalista entre el profesional de la justicia y el usuario del sistema de justicia.
El Comité de los Derechos del Niño emitió un comunicado en el que advierte sobre los graves efectos físicos, emocionales y psicológicos de la pandemia del COVID-19 en los menores y llama a los Estados a proteger los derechos de la niñez. En relación a la salud mental de los niños en conflicto con la ley, ¿de qué manera pueden los sistemas de justicia fortalecer sus servicios para protegerla aún más durante la pandemia?
La prioridad debería ser luchar denodadamente contra el regreso al status quo anterior, incluso si la intención es fortalecer los servicios. Debemos aprovechar las nuevas oportunidades. Por ejemplo, al comienzo de la pandemia, hubo un movimiento generalizado para sacar a la mayor cantidad de niños de centros de internamiento lo más rápido posible y evitar que la mayor cantidad posible de niños entraran en ellos. Por necesidad, esta situación empujó a todos a buscar alternativas a las medidas de privación de libertad. Creo que este enfoque supone una ganancia enorme, y un cambio muy significativo de hecho. Hizo que el sistema de justicia juvenil se diera cuenta de la necesidad de tener una gestión de casos de calidad, nuevas tecnologías, servicios integrales, trabajo multidisciplinario constructivo, mejores servicios de apoyo a la comunidad, etc.
Ahora hemos pasado de una fase de emergencia de la pandemia a la posibilidad de una reforma duradera. Y aquí están mis recetas para el futuro: se debe poner más atención en los jóvenes que se encuentran en el sistema de protección y de reforma, y en sus familias, como es el caso de los niños que necesitan protección pero no la obtienen y terminan en el sistema de reforma; más atención también a los niños que no mejoran en medidas alternativas; trabajadores sociales mejor capacitados; mejores servicios de apoyo a la comunidad; mejor uso de las tecnologías digitales, incluyendo grupos virtuales de apoyo a padres y jóvenes; y por supuesto, la implicación profunda y continuada de la comunidad de defensores de los derechos del niño, las ONG, el Comité de los Derechos del Niño y el sector privado.
El Comité de los Derechos del Niño está redactando actualmente una Observación General sobre los derechos del niño en relación con el entorno digital. ¿De qué manera podemos concienciar efectivamente a los niños sobre sus derechos en este entorno y cómo ejercerlos?
La versión preliminar de esta Observación General del Comité está redactada y actualmente estamos recopilando reacciones y sugerencias de partes interesadas para producir una versión final que se acerque lo más posible a la perfección. Por lo tanto, mi respuesta no puede ser la que correspondería a tener lista la versión final, pero puedo adelantar que la participación de los niños será un principio fundamental que se promoverá al menos tanto como el alentar a los Estados partes a involucrarse más en términos de protección. Y más allá de esto, no tengo ninguna duda de que la Observación General será un elemento adicional para crear un impulso que se mostrará de maneras que aún no podemos anticipar... ¡y que los niños mismos inventarán!